miércoles, 7 de diciembre de 2016

El acompañante en la cirugía

Llegó el día de la cirugía, ese día tan esperado y al mismo tiempo tan poco deseado...

Quien entrega su cuerpo al quirófano y a las manos del médico (con ayuda de arriba, obvio!) debe sentir y pensar todo tipo de emociones y situaciones...o no...pero no es mi intención analizarlo ni describirlo en este espacio.
Mis apuntes y vivencias apuntan al acompañante, de lo que pase por el  paciente se ocupará el médico, el psicólogo o él mismo ja! Lo dije!!

¿Cómo se vive una cirugía desde afuera? ¿Qué energías dan vueltas?

El sanatorio tiene un día como cualquier otro: gente que entra y sale, otros sentados esperando largos y eternos minutos su turno para atenderse, otros apretujados en el laboratorio con la presión baja del ayuno, las filas cargadas de los ascensores...la rutina de cada día en ese edificio. Se pueden observar todo tipo de sillas de ruedas y andadores (es un sanatorio top en ese rubro!) y mucha pero mucha gente con cara de entrega, de confianza a la medicina tradicional, de "por favor curenme"...
En ese ir y venir de tantas personas, cada tanto alguien entra para rezar en la capilla. Ese pequeño y gran lugar en el cual se siente humanidad, espiritualidad y mucha necesidad de Fe. Ahí pasé la mayor cantidad del tiempo mientras duró la cirugía, confiada, en paz, pidiendo a Dios que use las manos del médico para sacar lo que debe sacar.
Y luego aparecen familiares y amigos, inevitable. Obviamente todos quieren acompañar y uno agradece enormemente esa intención. Yo soy de las que prefiero no hacer sociales mientras alguien abre la cabeza de mi marido y trabaja en ella como si fuera un rompecabezas (ja, literal!! rompecabezas!!)

A pesar de estar totalmente confiada en que va a salir todo bien, queda un gustito a miedo que está en el fondo, bien en el fondo! hasta que los parlantes te llaman..chan chan!!
Entrar al cuarto minúsculo y ver que el médico no tiene mala cara es un buen síntoma. Listo!!! todo lo demás  son extras, por lo menos en ese momento. Salió vivo!! y sí, eso era lo que estaba segura que iba a pasar pero el mínimo de porcentaje de peligro estaba y hasta que no termina la cirugía no lo eliminas de tu pensamiento.

¡Qué emoción tan grande es ver a alguien salir respirando de una cirugía! No importa si esta con frío, calor, llora, duerme, grita, no importa nada. Salió y ya, un tema menos!

Ver sus ojos fue casi como ver a un hijo por primera vez, esa mirada llena de vida...esos ojos que hablan por lo que no pueden hablar en ese instante. Dicen tanto, dicen que están vivos, que volvieron a nacer, que hay mucho por hacer, que entregaron todo y salieron victoriosos (de la cirugía, después se verá secuelas, tratamientos, etcccc) y también dicen basta, quiero volver a casa, suficiente para mí, tuve miedo, no me gustó, y mucho más. Qué loco cómo habla una mirada...
Y qué importante es la mirada del acompañante, antes y después del quirófano!! Debe entregar mucha pero mucha paz y confianza a quien se opera. En mi caso, hasta intenté hacer chistes. No sé si sirvió pero la intención de confianza estaba. Una música escondida (no te dejan hacer demasiado ahí abajo...pero disimuladamente nadie se da cuenta jaja), una oración, una caricia, un beso, una sonrisa y la mirada de amor. Fundamental!!

Una vez que terminó todo...bueno y ahora cómo sigue? Nadie te lo explica, no hay un manual quirúrgico para acompañantes. A partir de ese momento uno asume ciertos roles, desde vocera hasta experta en trámites médicos y administrativos. Tanta cosa dando vuelta...pero vale la pena!

Y terapia...o U.T.I. (Unidad de Terapia Intensiva) como se dice formalmente en los hospitales y sanatorios. No puedo escribir mucho sobre ese lugar porque quien debería hacerlo es aquel que lo padeció. Sólo ver la mirada de desesperación de quien estaba ahí acostado y vendado...ver las lágrimas pidiendo salir de ese "infierno" daban ganas de empujar la cama y meterla en el ascensor de servicio. Podrían humanizar un poco ese espacio, la gente la pasa muy mal ahí. Ayudó un poco llevar algunas facturas y alfajores, pero no es suficiente. Ya el sistema está preparado sólo para curar, no para sanar. Qué tema...

Y en el medio del baile, el acompañante tiene su vida, sus hijos, sus responsabilidades, que quedan en manos de otros para poder cumplir su función de cuidador lo mejor posible.

Después de ese trauma llamado cirugía y terapia intensiva, vuelve la calma como al finalizar una gran tormenta. Pero mientras tanto.. ¡qué movidito!






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