lunes, 18 de diciembre de 2017

Colgar el Título de Acompañante en la pared.

¿Se puede dejar el título de acompañante y volver a pensar en uno mismo? En caso de que sea factible, ¿cómo saber cuando es el momento adecuado?

Seguramente varios acompañantes se plantean estas preguntas, el tema es conseguir las respuestas...y aplicarlas...

Resulta que tu eje de atención está puesto en quien acompañas, en contener a tu propia familia y seguramente en otras personas o animales que te rodean. Una vez que está todo bajo cierto control, resulta que te acordas que vos también tenes que cuidarte, quererte y mimarte. Porque, ¿existe un acompañante sin vida, sin energía, sin amor, y miles de "sines" más? mmm me parece que no sería un buen cuidador, ahí se analizaría un poco quien cuida a quien ¿no?

Bueno, es lógico que si uno está acompañando a una persona que transita una enfermedad focalice en eso y no está mal. El problema sería que el resto de su vida siga viviendo para, por y en base a la enfermedad de quien tiene a su lado. 
Hay que ir cortando de a poco, paso a paso! Siempre, pero siempre, va a depender del estado del paciente. No es cuestión de abandonar el barco en medio de la tormenta! Ahora, si el mar está calmo y el capitán puede delegar en el otro tripulante el mando del barco por un rato, no hay que dudarlo!! Eso sería beneficioso para ambos, no sé si para el rumbo del barco ja! quizás se desvíe un poco de la ruta original planificada por el capitán pero en definitiva no va a afectar el destino final. No sé si me explico...un aprendizaje intenso el soltar el timón y confiar en que el paciente lo puede manejar bien, mas o menos o como le salga.

Vuelvo al tema del momento ideal para colgar el certificado de acompañante en la pared.
Se me ocurre que el diploma original lo podremos encuadrar y ponerlo como un mérito más (o no..ya dirá el paciente je!) entre varios, algunos, o ser el único que figure en nuestro haber y, por otro lado, tener una tarjeta de presentación en la cartera de la dama o bolsillo del caballero donde conste el título de acompañante. Sería como la tarjeta personal de cualquier profesional que saca en caso de que la necesite.
Lo bueno es que el cartel gigante de acompañante ya no lo tendríamos más, dejarían de mirarte como la persona que cuida a.., que acompaña a.. o que se ocupa de... y seríamos uno mismo con defectos y virtudes, con una vida propia. Eso no quita que abandonemos el barco!! OJO!! El carnet de acompañante lo llevamos encima y lo sacamos con orgullo en cuanto sea necesario.

Suena todo muy simple, lamento informarles que no lo es...pero tampoco es imposible. Ya a esta altura depende de uno mismo, no de los demás. Y a veces es más fácil hacer cosas que otros deciden, lo difícil es tomar una decisión propia y llevarla a cabo.

Mi consejo simple y sencillo: escuchemos nuestro corazón que no falla. Si sentimos que ya podemos dar ese paso, que podemos ir soltando un poco el timón, entonces no le demos más vueltas. 
Encontremos un lindo marco, encuadremos gigante y con orgullo el título oficial de acompañante y busquemos el lugar más preciado para lucirlo. 
Seleccionemos una tarjeta de bolsillo práctica y de fácil acceso (por las dudas si hay que sacarla en una emergencia) donde conste nuestro rol de acompañante y listo! 
A vivir esta nueva vida, como las mariposas que después de transmutar llevan encima dos alas divinas para poder volar!!