jueves, 5 de enero de 2017

Yo vengo a ofrecer mi corazón

En estos tres años desde aquel día que apareció la convulsión como muestra del nuevo camino que nos tocaría transitar, tuvimos contacto con diferentes tipos de personas.
A nivel profesional, médicos, enfermeras, técnicos y hasta conocimos sobre la medicina ayurvédica.
Y a nivel humano, conocimos y conoceremos muchísima gente que nos ha ayudado desde lo más pequeño hasta lo más valioso que puedan tener.
A todos ellos les estamos totalmente agradecidos!! 
Realmente sin ellos no hubiésemos podido atravesar el tratamiento, o quizás si, pero no de la forma que lo hicimos. Hablo como si la "tratada" hubiera sido yo, casi, pero fui y seré la acompañante del "tratado" por lo menos en este tumor. Y como acompañante también necesité de todas esas personas que me ayudaron a ser una "acompañante incondicional". 

Parece una carta de despedida, de que llegó el momento de abrirme y rajar! pero no, tengo cuerda para rato, creo...

A lo que quería llegar es a la transformación de un acompañante en este nuevo andar, en esta nueva vida. Ya he escrito sobre los cambios de la vida cotidiana, de la familia, etc. pero aun no había explicado mucho sobre el antes y después de los sentimientos hacia las personas que cuidan a un enfermo.

Una comparación que se me ocurre sería como aprender a andar en bicicleta. Es muy, muy difícil y se requiere cierta edad para comenzar a practicar y sin embargo una vez que logras el equilibrio ya no hay vuelta atrás, aprendiste!! Esa emoción es inmensa, es simple y a la vez eterna. 
Ser acompañante sería algo parecido, no cualquiera está preparado para serlo, cuesta mucho lograr el equilibrio y también uno se cae al intentarlo. Pero cuando le agarras la mano ya está, aprendiste!! Ojo ehhh, aprendiste a no caerte pero cada momento que te toque vivir seguirá siendo un aprendizaje...no zafas!

Con este ejemplo intenté describir el antes y el después en el corazón de un acompañante. Y otra vez vuelvo a la oruga que al transformarse en mariposa no tiene vuelta atrás!!

Bueno, acá pasa lo mismo, ya no miras con los mismos ojos, ellos se agrandan y agudizan...miran al mundo con otra mirada.

Tus oídos se hacen más sensibles (y también logran discernir qué escuchar) así es como de repente aparecen nuevos sonidos a tu vida, en realidad vos pensas que son desconocidos pero estaban...el problema es que ni los oías. 

El olfato empieza a captar olores que antes pasaban desapercibidos. Nos ha pasado de oler a rosas en el cerro de Salta, mientras rezábamos con una multitud de gente en pleno silencio.

El gusto y el tacto pasan por la misma situación, se sensibilizan mucho más.

Qué locura! los sentidos se desarrollan tanto que empezamos a disfrutar de algunas situaciones que antes no registrábamos.
El problema es que uno también escucha, ve, huele y siente palabras o personas negativas. Ahhh no es todo color de rosa, bueno, para eso tenemos la libertad de ver y escuchar a quien queramos...a veces!!
En esta explosión de sensibilidad sensorial vemos a los otros acompañantes. Uy, sí, hay millones de acompañantes en este momento en el mundo y no los veíamos!!

Resulta que en nuestro propio entorno hay también personas que cuidan a otras incondicionalmente y pensar que nos parecía "normal", lógico que así sea, simple, sin ningún mérito..

Como dije antes, esto es un antes y un después, no hay vuelta atrás! Ahora no podemos decir que no sabíamos, que nadie nos contó nada, ahora que vemos y oímos mejor ya no podemos mirar para otro lado.
Y algo que pasa muy seguido, cuando estamos frente a los otros acompañantes sentimos que estamos en la misma órbita, que pertenecemos al mismo grupo "social" ¿? Hasta que no te toca cuidar a alguien con una enfermedad no comprendes muchas cosas. Como en todo, uno aprende con la experiencia.

En ese encuentro de acompañantes surgen muchos intercambios: nombres de médicos, recetas de cocina, hasta lugares para ir de vacaciones ideales para quien está en tratamiento. Ja, esas charlas son tan enriquecedoras que deberían escribir un libro con los consejos.
A veces no es tan así, me ha pasado alguna vez. Uno está alerta a todo lo que sume para mejorar la calidad de vida de quien pasa por la enfermedad y te cruzas con un acompañante exhausto, sin fuerzas, entregado a lo que digan los médicos y nada más. Y hay varios en esa situación, totalmente lógico, porque no es nada fácil...pero para eso estamos los otros miembros del club de acompañantes!! Para darles una mano, si la aceptan, si la quieren, si la ven.

Y puede pasar que uno se cree que está a pleno, que es un super acompañante pero en realidad no es tan así, o tiene su etapa de agotamiento, o cree que cumplió su ciclo.
Para esos casos es muy útil recurrir a otros acompañantes que serán quienes mejor comprendan ese estado y tendrán los mejores consejos.

Por eso me viene a la cabeza la letra de una canción que dice "..quien dijo que todo está perdido...yo vengo a ofrecer mi corazón..."

Como acompañante, ofrezcamos nuestro corazón a otros acompañantes y así juntos lograremos armar una red de corazones que tendrá tanto poder sobre la enfermedad que hasta yo creo que se sanaría más de un enfermo...

Por mi parte, a todos los acompañantes les vengo a ofrecer mi corazón!

No hay comentarios:

Publicar un comentario