miércoles, 19 de abril de 2017

La oportunidad de crear o mejorar el vínculo entre el acompañante y el paciente

Sabiendo que los vínculos entre los acompañantes y sus pacientes van a depender de si son familiares, amigos, conocidos o no, voy a centrarme en los cambios que se producen en esos vínculos durante o como consecuencia de una enfermedad.

Consideremos que cada persona es única y tiene su propia forma de relacionarse con los demás.
  • Madre o Padre con una enfermedad
Ante la aparición de una enfermedad en nuestros padres, las reacciones son infinitas. Desde la más positiva hasta la negadora, dentro de ese abanico de sentimientos encontramos de todo!

Lo importante es no juzgar, cada cual tiene su razón por la cual suma, resta o es indiferente con sus progenitores ante la aparición de un síntoma, diagnóstico o simplemente durante el tratamiento.

Cuando uno va teniendo cierta edad y nuestros padres o los de nuestros amigos comienzan a enfermar vamos tomando dimensión de que los roles cambian, ya no sos hijo dependiente sino hijo responsable o hijo acompañante. Pero está en cada uno si asume ese papel en esta historia.

Lo ideal sería plantearse todo esto antes de que pase, así el efecto sorpresa no nos invade y paraliza.

Si el vínculo con ellos era normal, sin grandes problemas, entonces debería ser más fácil...aunque....las reacciones son eso, reacciones! y quien sabe, quizás el hijo no quiera o pueda asumir el nuevo estado de sus padres y de un paso al costado. 

Si la relación madre o padre con el hijo no era buena en la salud entonces ¿por qué pensamos que va a mejorar en la enfermedad? Bueno, existen sentimientos como compasión, lástima, remordimiento, etc. pero pueden surgir o no en el hijo. 

Consejo para el paciente: dejar de lado el orgullo, dejar que los ayuden, hoy necesitan de sus hijos.

Consejo para el acompañante: aunque sepan los desastres que pudieron haber cometido sus padres con ustedes, piensen que no es fácil llevar una enfermedad y menos para personas mayores que no quieren depender de sus hijos. 

  • Hermano con una enfermedad 
La relación entre hermanos, según mi criterio, es algo que se va construyendo desde chicos y en esa construcción los pilares son los padres. 
Si los hermanos se llevan bien y tienen cierta comunicación cariñosa y con respeto entonces ante la enfermedad de alguno de ellos no deberían surgir grandes problemas en el vínculo. Estará el más compañero, el sensible y llorón, el fuerte y responsable, eso dependerá de la cantidad de hermanos. 
En caso de que haya algún roce, pelea, falta de comunicación o alejamiento con un hermano, y...no sé si será fácil que acompañe a quien vive una enfermedad. No lo veo imposible, pero si complicado. Creo que es un poco más común un hijo que se acerca a su padre o madre enferma que a un hermano cuando había cierta distancia. No sé, por lo que veo en las diferentes familias es que saco esta conclusión.

Consejo para el paciente: dejar de lado las diferencias y disfrutar si un hermano se acerca para acompañarte, aunque no sea de la manera que te gustaría.

Consejo para el acompañante: respirar, dejar de lado las broncas y pensar que el paciente necesita de su familia, en este caso de sus hermanos. Si la decisión de tenerlos lejos es de quien está enfermo entonces será más difícil, ahora, si no hay una sentencia firme habrá que actuar!

  • Amigo con una enfermedad
La amistad: un fuego al que hay que agregar leña cada tanto para que no se apague...

Existen esos amigos a los cuales no se necesita agregar mucha leña, el fuego es tan potente que perdura en el tiempo.

Otros, el fuego es más débil y se va apagando ante la indiferencia.

Y están esos fuegos que reciben vientos muy fuertes (alguna pelea, enojo, decepción) y que si no los alimentas con más leña se terminan apagando antes de lo esperado.

Con esta comparación quiero explicar que ante una enfermedad, aquellos amigos que quedaron "en el camino" con el fuego muy débil o prácticamente apagado, vuelven. Si, vuelven sea con un llamado, una visita o simplemente desde el corazón mandando mucha buena energía y rezos.
Está en uno si está dispuesto a ponerle una leña a ese fuego para que recupere su fuerza. No es fácil, uno puede pensar: ¿quién se cree que es para venir y tenerme lástima cuando no estuvo en tanto tiempo?, ¿por qué aparece ahora y no en tal momento?, ¿a qué viene?

Consejo para los pacientes: acepten el amor de todo aquel que se los ofrezca, eso suma a la sanación.

Consejo para los acompañantes: al conocer bien al paciente sabrán si un viejo amigo de la infancia va a sumar o restar. Piensen en regalarle la mayor felicidad posible a quien cuidan, las lindas sorpresas ayudan a sanar!!

Más allá del vínculo que tengamos con la persona que acompañamos, es importante tener en cuenta que una enfermedad es una oportunidad para sanar aquellas relaciones que por alguna razón estén quebradas. 

Para quien tiene el diagnóstico es una gran ayuda en el proceso de sanación el tener los vínculos en buen estado.

Para quien acompaña, seamos observadores de aquellos vínculos rotos del paciente que puedan llegar a sanarse, sean propios o ajenos, y así serán un poco más felices (o menos infelices si lo ven desde otra óptica) durante el tratamiento. 

Quizás la relación entre el acompañante y su paciente no era óptima pero, luego de tantas vivencias juntos, lograrán no solo cicatrizar las heridas sino fortalecer el vínculo entre ambos. 
Como el cuento del jarrón japonés que se rompe y lo arreglan uniendo sus partes con un líquido hecho de oro (técnica kintsugi o kintsukuroi) logrando como resultado un jarrón mucho más valioso.




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