viernes, 28 de octubre de 2016

Las manos de Dios

El día que fuimos por primera vez al consultorio del neurocirujano ¡cómo olvidarlo!

Ese séptimo piso desconocido para nosotros (en ese momento no teníamos idea de la cantidad de veces que tocaríamos el 7 en el ascensor..) y en el cual uno siente un aire diferente al resto del edificio. 
Esa atmósfera está compuesta por las secretarias y médicos pero fundamentalmente por las personas que van apareciendo, tanto los pacientes como sus acompañantes. Y lo increíble de esto es que cada rostro refleja una emoción distinta, desde preocupación hasta optimismo, pero, lo que tienen en común es la entrega, la esperanza de que allí encontrarán el fin de su situación, algunos será la cura definitiva de su enfermedad y otros sólo el alivio para llevarla lo mejor posible.

¡¡Si los médicos se dieran cuenta!!! 

Si simplemente lograran mirar a los ojos y ver el alma del que se sienta enfrente al escritorio ofreciendo su cuerpo para salir de ese estado....por lo pronto las consultas serían más cálidas, humanas y también llevarían más tiempo para cada uno. Y bueno, atenderían menos pacientes pero el resultado final sería exitoso!!

Nos sentamos a esperar.

Por supuesto, la sala de espera típica sin nada de atractivo ni siquiera la tele pasando lo más aburrido de todos los canales o las noticias deprimentes del día. 
¿Existirá alguien que haya hecho estudios y asesore a los hospitales y sanatorios sobre las salas de espera? 
No hace falta estudiar mucho, con experimentarlo un rato uno ya puede darse cuenta lo que se necesita para que las personas estén lo más confortables posibles. De por sí, una linda música y ¡sacar las teles! Esas televisiones que nadie escucha, unos pocos pueden ver sin que se les quede duro el cuello y esos informativos negativos que generan emociones poco saludables para cualquiera. 

Como ejemplo les cuento que un día estaban emitiendo una telenovela y justo una mujer apuntaba con un arma a un hombre con ganas de matarlo...hay necesidad de ver esto justo en un consultorio de un neurocirujano??

Al fin y al cabo uno va a la consulta para estar mejor, o sea, porque hay algo que no está bien. ¿No sería más positivo si tuvieran en las salas de espera información sobre temas que ayuden a esas personas a llevar mejor sus enfermedades? Digo: revistas de salud y bienestar, folletos de espacios de arte y entretenimientos, hasta revistas de viajes! qué se yo, tantas cosas que se pueden sumar al tratamiento de la medicina tradicional sin reemplazarla...

Luego del análisis de la sala de espera física y poco saludable llega la observación hacia las otras personas sentadas...

No se mira con los mismos ojos la primera vez que el resto de las visitas al médico. 

El primer día uno ve a los demás y se pregunta si esa persona será paciente o acompañante, si será su primer consulta o ya es usuario de esas sillas incómodas, cual es será la razón de su presencia. 

Con el tiempo uno se va haciendo experto, ve la cicatriz escondida entre los pocos pelos que tratan de taparla, algunos la tienen muy expuesta sin ningún tipo de problema (genios!) y otros tienen cara de "me va a tocar a mí en unos días". Los que están en otro planeta en general son interconsultas, controles, nada especial. Ni miran a su alrededor, quieren que los atiendan y a otra cosa.

La mayoría tiene en sus manos las bolsas de los estudios famosos, resonancias y tomografías. En sus manos tienen la foto de su problema o no, ojo! también están los que son fanáticos y se hicieron los análisis por las dudas y los médicos los fletan en un segundo, De esos hay varios dando vueltas por los hospitales, cómo les puede gustar pisar esos lugares!

Nos llega el turno, aparece un joven, flaco y lindo doctor. Mmm ¿será el mejor? esa cultura impuesta de que los mejores médicos tienen arriba de 65 años. Al terminar la consulta nos convenceríamos mutuamente de que a un joven no le tiembla el pulso! justo lo que se necesita para trabajar en el cerebro.

Entramos al consultorio donde pudimos ver en sus ojos la pasión por su trabajo, no es común ver caras de interés y creo que hasta de orgullo al mirar un cerebro en una imagen...

Después de una charla con varias, y si, varias dudas desde la mínima pavada hasta lo que uno no quiere escuchar (preguntado por mí, obvio! la preguntona oficial) y logrando una extensión consensuada del plazo de la fecha en que sería la cirugía, ya que, si era por el neurocirujano al día siguiente operaba, nos levantamos de la silla.
Ja Ja al doctor no le daban las manos para abrir la puerta antes de que apareciera otra pregunta ¿pero que pasa si...? de mi parte, evidentemente ya habíamos superado el tiempo promedio que le dedica a sus pacientes!

Salimos, fuimos al  ascensor y nos miramos. Entre tanta información lo primero que pensamos fue en el cuadro que estaba en la pared. Dos manos y una frase "Las manos de Dios"...

Meses más tarde, entrando al quirófano recordaríamos ese cuadro y comprenderíamos que Dios está en esas manos para ayudar al médico con cada cirugía. 
Esas manos tienen que ser super precisas, un movimiento en falso y cambia radicalmente la vida de la persona a quien están operando. ¡Qué increíble! Ahora entiendo por qué a los cirujanos en el ambiente médico se los conoce como los soberbios, los que se creen que son Dios. Especialmente a los neurocirujanos y la verdad...algo de razón tienen. Un error humano puede ser terrible, creo que la perfección es su misión en la vida.Y como los humanos no somos perfectos, deben recurrir a un Ser Perfecto que los ayude.

Agradezco al médico por confiar sus manos a Dios día a día en cada operación, especialmente en ésta!

Agradezco a Dios por hacer suyas un rato las manos de los cirujanos y así lograr el bienestar de los pacientes que se entregan en las camillas al bisturí con mucha Fe.

Qué lindo sería un cuadro de las manos de Dios en todas las salas de espera de los consultorios ¿no?

2 comentarios:

  1. Me encanta como plasma esta experiencia. Definitivamente todos los que nos dedicados a esta profesión tenemos que poner nuestro talento en las manos de dios ya que somos instrumentos de el para sanar.

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